jueves, 10 de marzo de 2022

La Eva futura (Auguste Villiers L’Isle-Adam)


Publicada en 1886, La Eva futura es la obra más famosa de Auguste Villiars L’Isle-Adam y también la más incomprendida. Catalogada como una novela fundacional de la ciencia-ficción, en realidad es un ensayo filosófico sobre diversos temas de interés para el autor: Las relaciones de pareja, el lugar social de la mujer, el culto a las apariencias... Pero principalmente es una advertencia contra los malos usos de la ciencia y el progreso técnico, y una crítica despiadada a la jerga usada por los científicos de la época.

Resumen
El gran inventor Thomas Edison, conocido como ''El brujo de Menlo Park'', recibe la visita de su joven amigo Lord Ewald, último de una vieja estirpe que tiene por norma inquebrantable el enamorarse sólo una vez en la vida. Lord Ewald ha acudido a despedirse de Edison antes de suicidarse, pues cometió el error de enamorarse de Alice Clary, una actriz tan bella como tonta y superficial, y esto lo tiene completamente abatido. Edison se ofrece a solucionar el problema del Lord dando la apariencia de Alice a Hadaly, una autómata prodigiosa fruto de su trabajo, y dotada de todas las cualidades deseadas por el hombre culto y sensible.
Lord Ewald se muestra reticente a compartir su vida con una autómata, pero Edison insiste en que un ingenio creado en laboratorio es tan real como un ser humano si puede representar lo que las ideas sociales y culturales consideran como un hombre o una mujer. Para convencerlo le cuenta la historia de cómo un amigo suyo fue seducido por una bella prostituta que lo apartó de su familia y acabó llevándolo a la muerte, muriendo ella misma poco después. Edison muestra a Lord Ewald los cosméticos, pelucas y rellenos con que la prostituta aparentaba la belleza que sedujo y destruyó a un hombre hasta entonces íntegro, demostrando así que las apariencias pueden convertirse en realidad. 
Lord Ewald se deja convencer por Edison, y éste le explica el funcionamiento de Hadaly. También le cuenta que la viuda de su amigo comenzó a padecer una especie de estado letárgico durante el cual un espíritu femenino de origen desconocido tomaba posesión de su cuerpo. Al final el espíritu acabó apoderándose definitivamente del cuerpo de la desdichada viuda. Lo que Edison no revela es que el espíritu pasa del cuerpo de la viuda (convertida en su ayudante) a la autómata por su libre voluntad y sin razón aparente.
Ya realizado el trabajo de convertir a Hadaly en la señorita Clary, Edison despide al Lord, que aborda un barco de regreso a su patria llevando consigo a la autómata. Entonces se desata la tragedia.

El resumen de la historia lleva a engaños respecto a su duración. En realidad la historia no ocupa más que una décima parte de la obra total, lo demás se divide entre capítulos completos dedicados a exponer complejas teorías filosóficas y morales, y otros que explican de modo exasperante el funcionamiento de las distintas partes de la autómata.
La historia misma no consigue calar en el lector, pues se alarga como un fondo a todos esos discursos, haciendo perder interés en ella.
Los personajes son planos y, a excepción de Edison, se sienten falsos y rebuscados.
Las teorías filosóficas expuestas por el autor son realmente interesantes, pero no lo que se espera encontrar en una obra catalogada como novela de ciencia-ficción, así que terminan haciéndose pesadas.
Los capítulos dedicados al funcionamiento de Hadaly son los peores. Terminé leyéndolos tan rápido como me fue posible.
Para la ciencia-ficción actual la obra conserva un valor casi arqueológico. En ella se introduce el término ''androide'' (o más bien ''andreida''), retomado por otros escritores y trasladado luego al cine.

La supuesta base de Metrópolis
Muchas personas (yo misma entre ellas) se han acercado a La Eva futura por su supuesta vinculación con la mítica película Metrópolis (1927). Puedo asegurarles que la única relación entre estas obras es que ambas tienen una androide, pues Metrópolis es más compleja, hermosa y romántica que La Eva futura. Es muy posible que Thea von Harbou leyera La Eva futura,  pero su novela Metrópolis, lanzada por entregas durante el proceso de producción del filme, es una obra que mezcla religión, magia y ciencia-ficción de un modo bastante certero y fácil de comprender y aceptar. La Hadaly de La Eva futura, pese a toda la palabrería de Edison, no pasa de ser una muñeca sexual hecha según el gusto infantil de su dueño, un hombre supuestamente sensible y educado, pero incapaz de aceptar que la mujer amada (si a eso se le puede llamar amor) también es una persona, y como tal puede tener ideas y valores propios diferentes de los suyos. La androide de Metrópolis posee una relativa capacidad de pensamiento propio, pero lo usa de forma contundente.
El asunto del vínculo entre La Eva futura y Metrópolis proviene de un error causado por los estadounidenses. Durante años las únicas versiones existentes de Metrópolis fueron copias del horrendo montaje americano, que recortó la película, cambió su significado y rebautizó a los personajes. La androide, sin nombre en la versión original, pasó a llamarse Futura, y así fue conocida por muchos espectadores hispano-hablantes.
Pero considerar por lo anterior que La Eva futura es el origen de Metrópolis, es tan absurdo como considerar ligadas Jane Ayre y Otra vuelta de tuerca porque en ambas la protagonista es una institutriz sirviendo en una mansión. 

Lo mejor: El lenguaje y el devastador desenlace.
Lo peor: La historia, la ambientación, los personajes planos. Mucho.
Conclusión: Mala y aburrida como novela; más que interesante como ensayo.

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