jueves, 21 de octubre de 2021

Las crónicas vampíricas (Anne Rice)


Las crónicas vampíricas son un conjunto de 13 novelas fantásticas escritas por la estadounidense Anne Rice. Las novelas, que difieren en calidad y duración, relatan la ''vida'', aventuras y desventuras de un reducido grupo de vampiros reunidos en torno a Lestat de Lioncourt, un joven noble francés vampirizado en 1780 por el ex alquimista Magnus. Las historias se desarrollan en periodos históricos que van desde la Antigüedad hasta los inicios del siglo XXI, y en lugares del mundo que comprenden, entre otros, el antiguo Egipto, la Roma de los césares, la Venecia renacentista y, finalizando el siglo XX, Nueva Orleans, Estados Unidos. Varias novelas de la serie se pueden leer de manera independiente, aunque básicamente se trata de historias continuadas.
Las novelas son: Entrevista con el vampiro (1976), Lestat el vampiro (1985), La reina de los condenados (1988), El ladrón de cuerpos (1992), Memnoch el diablo (1995), Pandora (1998), Armand el vampiro (1998), Vittorio el vampiro (1999), Merrick (2000), Sangre y oro (2001), El santuario (2002), Cántico de sangre (2003), El príncipe Lestat (2014), El príncipe Lestat y los reinos de la Atlántida (2016) y La comunidad de la sangre (2018).
Antes de entrar de lleno en el tema debo dejar algo en claro: Hubo una época de mi vida en la que adoré a los vampiros. O más bien a cierto tipo de vampiros, ciertas versiones del mito. Esa fue en mi etapa gótica, hoy estoy en otra muy diferente; mis gustos, ideas y filosofía de vida actual no dejan espacio para hermosas pero anacrónicas sanguijuelas de aspecto humano. Creo fuera de toda duda que los vampiros, como las sirenas y los dragones, son criaturas obsoletas. En este mundo de computadoras, robots, comida sintética, biotecnología, cámaras de vigilancia y noches artificialmente sobre iluminadas, ¿qué lugar resta para seres que moran en la oscuridad y el anonimato sobreviviendo a base de la muerte? Así que mi apreciación de la literatura vampírica moderna está determinada tanto por mi propia visión de estos seres como por la calidad literaria del material existente. 
Ahora pasemos al tema.

Cuando a finales de los 90 vi por primera vez la espléndida película Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), me enamoré perdidamente de Lestat y deseé leer la novela homónima. No pude hacerlo en ese entonces pues el precio del libro era demasiado alto para mi presupuesto. Durante años tuve que conformarme con el Lestat cinematográfico, tan soberbiamente interpretado por Tom Cruise. Amé a ese Lestat de un modo apasionado, aun cuando mi auténtico amor vampiro es y será el incomparable Spike, alias Willian The Bloody.
El éxito de la película fue enorme y trajo consigo el relanzamiento de la novela y sus secuelas, así como la publicación de más entregas de la serie. La última apareció en 2018. Alrededor de estas novelas se formó un auténtico culto que reúne a los más diversos tipos de fanáticos de los vampiros: Góticos auténticos y de supermercado, adolescentes bobalicones, seguidores de la literatura fantástica, e incluso pervertidos sexuales.
Casi veinte años después de ver la película Entrevista con el vampiro me hice con la serie completa gracias a esa maravilla llamada PDF. Tardé poco tiempo en descargarla pero bastante en comenzar a leerla, pues gracias a la Red tuve acceso a muchas lecturas que durante años había anhelado de manera apremiante, y estas ocuparon bastante de mi tiempo. Comencé a leer Las crónicas vampíricas recién a inicios del 2019… Fue un error esperar tanto tiempo. Debí leerlas cuando aún tenía un interés más que literario en los vampiros. Debí leerlas cuando todavía era lo bastante joven como para considerar fascinantes a esos monstruos...

De Las crónicas vampíricas se ha escrito bastante; la Red está saturada de información sobre el contenido de cada novela y sus personajes, todo ello acompañado siempre de comentarios halagüeños. No tengo intención de repetir esos datos y comentarios. Lo que pretendo es marcar los puntos negativos de una serie a ratos impresionante, a ratos insoportable. Lo haré exponiendo los logros y fallas de cada novela de la serie, exceptuando las dos últimas, que no he leído ni deseo leer.
 
Orígenes de Las crónicas vampíricas
Los primeros libros de la serie -Entrevista con el vampiro, Lestat el vampiro y La reina de los condenados- forman una trilogía perfecta, pues hay una continuidad lógica entre ellos. Son los mejores números de Las crónicas vampíricas; sus historias, personajes e ideas son fascinantes y originales. Si debe leerse algo de Anne Rice, recomiendo estas tres novelas sin ninguna duda.
No obstante, en estas primeras novelas la escritora ya introduce un elemento que repetirá de modo insistente en cada una de las secuelas, al punto de acabar convirtiéndolo casi en el tema principal de la serie. Este elemento es una fuerte visión cristiano-católica del mundo, trasunto de las ideas religiosas de la propia escritora, que marca la existencia de casi todos los personajes. A ratos Las crónicas vampíricas parecen las historias de unos chupasangres obsesionados con Dios, la culpa y el cielo, y a los que sólo les falta el rosario y la hostia para ir repartiendo latines. El concepto sólo desaparece en El príncipe Lestat.
La muerte de su hija Michelle a los cinco años producto de la leucemia, sumió a Rice en un profundo trauma que derivó en una crisis espiritual de fuerte carácter religioso. Católica devota, Rice no pudo dejar de creer en el dios del Vaticano, pero su resentimiento hacia Él la llevó a iniciar un largo periodo de búsqueda de respuestas a las viejas interrogantes sobre el sentido de la vida, el sufrimiento y la muerte, y la explicación a la dualidad Dios-Satanás y Materia-Espíritu, así como al origen del mundo y el destino final de las almas. Todas estas dudas, en sus diversos grados de reflexión y con sus posibles respuestas o silencios, fueron plasmadas en Las crónicas vampíricas

Fallas de la serie
Varias novelas de la serie contienen larguísimos diálogos donde las vampiros se cuestionan su lugar en el plan divino, pues en el universo de Las crónicas vampíricas todos creen en algún tipo de deidad, y la mitad de los creyentes son católicos casi convencidos de la realidad de su fe. Así lo demuestra la costumbre, casi sagrada para los vampiros principales, de hacer de ángeles justicieros intentando beber sólo sangre de gente malvada que parece aguardar por ese justo castigo. Esto último sucede porque los personajes se mueven en un mundo casi exclusivamente católico aunque salpicado de cultos salvajes de origen africano. Así pasa en el entorno personal del inglés David Talbot, que parece desconocer la existencia de la iglesia anglicana pero es miembro de un culto brasileño; o en el de la bruja mestiza Merrick, obsesionada con su partida de bautismo y asidua de la misa dominical, a la vez que usa el cráneo de su propia hermana en grotescos rituales mágicos.
Pronto se llega a la conclusión de que Anne Rice aprovechó la popularidad del vampiro para vender sus propias dudas, interrogantes y conclusiones sobre Dios y el mundo, y en el proceso deformó y degradó el mito, por otra parte ya bastante degradado. Porque un vampiro que sólo mata al malvado, no tiene vida sexual y dedica largo tiempo de su dilatada existencia a cuestiones teológicas, es simplemente decepcionante.
Sin duda ese catolicismo exagerado que resuma toda la serie es el punto más negativo de Las crónicas vampíricas. Rice ni siquiera menciona las otras grandes religiones del mundo, aun cuando entre sus vampiros se cuentan árabes e indios.
Pero a distinto nivel existen otros muchos puntos negativos que no puedo dejar de mencionar.
El primero está en la forma demasiado estereotipadamente femenina de la narrativa. Se sabe de inmediato que el escritor es una mujer, pues muchos diálogos, frases o actos de los personajes masculinos tienen un notorio aire afeminado -en el sentido sensiblero y negativo de feminidad- que les resta credibilidad.
En la narración misma, el punto negativo más obvio es un exceso de detalles a ratos abrumador. Rice describe minuciosamente personas y ropa; el estilo, corte, colorido y calidad textil de la vestimenta de los personajes ocupa demasiadas líneas.
También hay un exceso de escenas prescindibles; la escritora parece decidida a relatar cada detalle de ciertos momentos de la existencia de sus personajes, por predecibles o superfluos que sean, dejando fuera de escena otros más interesantes.
En las historias mismas debo mencionar lo poco creíble de algunas situaciones. No me refiero a la parte fantástica de la serie; ahí Rice brilla al conseguir crear sin mayor dificultad el ambiente adecuado para convencer al lector de lo verosímil de situaciones imposibles. Rice falla en la parte contraria, en recrear acontecimientos donde intervienen seres humanos. Los humanos no encajan bien en el universo de Las crónicas vampíricas. Debieran ser el elemento normal de la serie, el opuesto del vampiro; sin embargo no lo son, ya que sus vidas están llenas de situaciones extremas y extrañas que no convencen precisamente por su exageración.
Un detalle que no deja de llamar mi atención es la descarada exhibición de riqueza del 90% de los personajes. Vampiros y humanos por igual poseen el capital más que suficiente para no tener que trabajar por necesidad ni un solo día de sus vidas, e incluso les sobra para mantener como un príncipe -o princesa- al bonito parásito que les plazca. Curiosamente todos estos billonarios poseen sensibilidad artística y casi del mismo tipo; adoran la pintura, en especial la renacentista, y la música clásica. De música moderna parecen conocer sólo el rock estadounidense de los 80... Me pregunto qué pensaría Lestat de un álbum tipo Low de David Bowie, o Vienna de Ultravox...
Estos ricachones aficionados al arte desconocen o ignoran la ciencia y no comprenden la tecnología. Lestat puede saber mucho sobre camisas de seda con volantes, pero es incapaz de manejar un teléfono móvil y desconoce la jerga médica básica. Esto porque el 95% de los vampiros fueron convertidos en tales por su belleza física, no por sus dotes intelectuales. El propio Lestat es el último de casi un centenar de jóvenes rubios y apuestos secuestrados y cruelmente asesinados por Magnus, que buscaba un heredero con un aspecto hermoso determinado.
También falta una verdadera razón para la existencia y propagación del vampirismo. Rice intentó terminar la serie con un discurso ambiguo acerca del sinsentido y horror de la vida humana, frágil y condenada a perecer. Su conclusión es simple: Hay que huir de la horrorosa muerte al precio que sea. Tal conclusión es tan deprimente como equivocada, pues pasa por alto la incontrovertible verdad de que la muerte y la conciencia de la misma es lo que ha llevado tan lejos a la humanidad, expandiéndola por la tierra y elevándola hasta los cielos en una lucha continua contra la muerte total a través de la creación colectiva e individual. Rice se niega a comprender que una raza de vida demasiado extensa se estancaría y degeneraría rápidamente por carecer del principal incentivo para toda creación no esencial, es decir la apremiante necesidad de justificar o valorizar la existencia a través de esa creación. Y una raza que no creara acabaría en la extinción por inercia mental. 
Lamentablemente Rice se preocupa en exceso del individuo, ignorando la especie como un todo. Por lo mismo sus vampiros pueden ser encantadores como personas pero como raza no son nada; la historia de su especie no puede competir con la enorme diversidad y maravilla de la historia humana. Y como su condición de casi inmortales les priva de la inventiva, todo cuanto poseen, material y espiritual, es fruto de la humanidad; no existen verdaderos filósofos, escritores ni guerreros vampiros. Destacan en el arte, pero en ellos no hay genialidad, imitan el genio humano, hijo del ansia de vivir a través de la obra.
Debo aclarar que, en conjunto, la serie también tiene muchos logros que no se pueden pasar por alto. Estos son:
Está bien escrita, con un lenguaje sencillo pero no vulgar que la hace fácil de leer para casi cualquier lector. 
Algunas de sus historias -principalmente las contenidas en los tres primeros libros- son cautivantes y se leen con autentico deleite.
Contiene momentos que erizan la piel, pues Rice posee una admirable capacidad para crear secuencias fascinantes o espeluznantes.
Algunas de sus novelas entregan sencillas pero amenas clases de historia universal. Amo la Historia y me complace saber que a través de estas novelas parte de ella llegará a conocimiento de personas que jamás abrirán un libro para saber sobre Roma Antigua, Constantinopla y el Renacimiento.

Ahora expondré lo negativo de la serie novela a novela, incluyendo una brevísima sinopsis y destacando lo bueno de cada una.

Entrevista con el vampiro: En esta novela inicial el vampiro Louis relata su historia al joven periodista Daniel Molloy. La novela es muy popular y las únicas críticas negativas que puedo hacerle se relacionan principalmente con la historia de Claudia, la niña vampiro creada por Louis y Lestat. Claudia tiene aproximadamente 6 años al momento de su transformación y por el resto de su vida permanece con el aspecto de esa edad, convirtiéndose en una mujer aprisionada en un cuerpo infantil. Esto vuelve más que incómoda su relación con Louis. Respecto a Claudia, Louis se muestra a sí mismo como una especie de pedófilo al que puede excusarse por ser un vampiro impotente y cristiano, lo que no  hace menos desagradable las descripciones de los muchos y nada castos besos y toqueteos que prodiga a Claudia, así como sus patéticas y al final hipócritas declaraciones de amor a la misma. Patéticas por su incapacidad para manejar la situación, e hipócritas porque a despecho de su tan cacareado y llorado amor, tras la muerte de Claudia no duda mucho en asociarse con Armand, líder de los vampiros que asesinan a su amada y el personaje menos definido de toda la serie.
La relación de Louis y Armand sirve para presentar la idea más absurda de la serie: Vampiros asexuales. Los fans de los vampiros como símbolos de la lujuria se llevarán una desilusión al leer estas novelas. Los vampiros de Rice se besan, abrazan, acarician, manosean y miran con pasión; se hacen juramentos de amor e intercambian frasecitas cursis, pero nunca mantienen relaciones sexuales en el sentido correcto de la palabra porque la mayoría son impotentes o genitalmente insensibles. Lo único que un vampiro macho introduce en sus amantes es su lengua, dedos y colmillos. Louis y Armand deben ser vistos como una pareja de amantes sólo porque ellos insisten en llamar así a su unión, pero en la práctica no lo son. Un gran punto en contra de estos hermosos vampiros.
En cuanto a lo positivo, Entrevista con el vampiro posee muchos grandes momentos. Uno de los mejores es el del asesinato de Lestat y su posterior regreso en compañía de un joven músico vampirizado. Anne Rice es admirable en sus escenas de violencia, mucho mejor que en las más relajadas, donde puede llegar a ser bastante agotadora. Debo destacar el homenaje al vampiro clásico en el relato del encuentro de Louis y Claudia con un extraño y horroroso chupasangre de la Europa Oriental. Es un episodio que los admiradores del viejo vampiro europeo agradecemos con toda sinceridad.

Lestat el vampiro
: La segunda novela amplía la historia narrada en la primera, explicando desde el punto de vista de Lestat mucho de lo que en Entrevista con el vampiro Louis sólo esboza o malinterpreta. Lestat relata sus orígenes como un noble provinciano, su fuga de casa para convertirse en actor y las circunstancias de su transformación a manos de Magnus. Se presentan nuevas situaciones y personajes, y ahí comienzan las fallas de la novela. Empeñada en narrar hasta el más mínimo gesto de sus personajes, Rice estira las situaciones hasta el límite, convirtiendo momentos fascinantes en insoportables. Los pasajes correspondientes a la locura del amigo-amante de Lestat y los de la conversión y primeras cacerías de Gabrielle, son agotadores. Para colmo cada vampiro que se cruza en el camino de Lestat le relata su historia con abundantes diálogos y detalles. La novela es cautivante en su historia pero pesada en su estructura.
Lo mejor vuelven a ser ciertos pasajes precisos que dejan sin habla. Definitivamente Rice es tan exasperante como fascinante. Podría mencionar la visita de Lestat a los vampiros autodenominados Hijos de Satán en el Cementerio de Los Inocentes, un cuadro macabro digno de Goya. O el origen del Teatro de los Vampiros, historia bastante irónica. También algunas partes del relato de Marius…
La novela acaba con un final abierto, dejando el escenario listo para la siguiente de la serie.

La reina de los condenados
: Akasha, la madre de todos los vampiros, se levanta de su largo sueño con la intención de convertir a Lestat en su consorte y de paso destruir a toda la población humana masculina. Se revela el origen de los vampiros y se presenta a La Talamasca, una misteriosa sociedad de estudiosos de lo paranormal.
Esta es mi novela favorita de la serie y la única a la que no le encuentro tantos defectos. Me encanta la historia y la forma como está escrita, en especial la primera parte, donde un narrador omnisciente -recurso casi inexistente en el resto de la serie- relata varias historias que acaban por convergir en cierto momento de 1985. La mayoría de esas historias son envolventes, especialmente la de Khayman y la de Jesse, sin embargo su desenlace, con prácticamente todos los personajes humanos y vampiros asistiendo al concierto de Lestat y participando de una u otra forma en los acontecimientos, es apoteósico. Rice no ha vuelto escribir una secuencia tan espectacular como esa. Es sinceramente impresionante.
La segunda parte presenta al selecto grupo de vampiros que se reúne para intentar detener a Akasha. En la reunión se relata el origen del vampiro y su vínculo con las brujas gemelas Maharet y Mekare, cuya cautivante y dolorosa historia es la más triste y emotiva de toda la serie. Por contraste, la historia del consorcio Akasha-Lestat es completamente insípida y aburrida, pues Lestat no hace nada destacado tras ser llevado por Akasha, limitándose al rol de comparsa.
Los capítulos dedicados a la parejita son los más soporíferos de la novela, y sin embargo no son lo peor de ella, ese lugar se lo lleva el desenlace de todo el asunto. Porque la reunión de vampiros en casa de Maharet no conduce a nada. Todos intentan razonar con la necia akasha, así que no hay enfrentamiento físico o mágico entre esta y sus hijos; nadie es destruido o al menos herido. Ignoro la razón final de reunirlos para una batalla verbal, aunque presumo que Rice deseaba presentar a los personajes que serían recurrentes en la serie. Aun así debió incluir un poco de lucha y matar por lo menos a uno en lugar de colocarlos a todos de espectadores quietos del duelo entre Akasha y Mekare. Daniel y Santino hubieran sido unas víctimas excelentes y nadie los extrañaría; el primero jamás ha sido un personaje destacado y el segundo no es muy apreciado. Lamentablemente en Las crónicas vampíricas nunca mueren personajes importantes, e incluso Rice juega con el concepto matando a alguno al final de una novela para resucitarlo al comenzar la próxima.
Pese a estas fallas, sigo considerándola como la mejor novela de la serie.

El ladrón de cuerpos
: La primera de las novelas oportunistas escritas para aprovechar el éxito de las anteriores pero sin lograr su calidad argumental ni literaria. No es un relato sobre vampiros sino la aburrida historia de las desventuras de Lestat tras intercambiar de cuerpo con un humano. Los sucesos son demasiado predecibles. El lector sabe que Lestat realizará el cambio de cuerpo y será engañado; sabe que no podrá manejar ese cuerpo ni interactuar normalmente con otros humanos; sabe que la monja a la que desvirga no cree una palabra de cuanto él dice; sabe quién terminará habitando ese cuerpo… Lo único original es la locura mística de la monja desvirgada y algunas situaciones tragicómicas resultantes del cambio de cuerpos, como aquella de Lestat delirando en una cama de hospital por causa de un resfriado.
La novela no incluye mordeduras ni tragos de sangre excepto en las últimas páginas, donde Lestat muestra su naturaleza malvada al vampirizar por la fuerza a su amigo, el erudito inglés David Talbot, acto aborrecible que es el equivalente vampírico de una violación sexual.
No hay personajes secundarios a excepción de David Talbot; el Ladrón de cuerpos y la monja son relevantes pero tienen apariciones muy breves, y el propio David desaparece durante varios capítulos. Lestat dedica una buena parte de la novela a intentar convencer al lector de cuan irresistible es David y de lo mucho que lo desea -expresión que en lenguaje vampírico significa que ansía beber su sangre-, pero no lo consigue. David tiene 74 años y es un bisexual peludo con preferencia por los jovencitos de ascendencia negra. Hay cierto incómodo tufillo pedófilo en este personaje. Por cierto, sería interesante que los personajes masculinos de la serie explicaran como concilian su empecinado catolicismo con sus costumbres sexuales, puesto que la mayoría son bisexuales desde antes de convertirse en vampiros y no parecen cuestionarse el tema. 

Memnoch el diablo
: Esta novela es incluso peor que la anterior. Ni siquiera es una auténtica novela sino un extraño relato donde un ser que asegura ser el Diablo lleva a Lestat a un viaje a través del tiempo y el espacio para asistir, entre otros acontecimientos, a la creación y evolución del universo, el desarrollo de la humanidad, el nacimiento del alma, y la rebelión de Satán. Lestat incluso visita el cielo y el infierno, y regresa a la tierra con el velo de Verónica.
Anne Rice sigue creyendo en la versión católica de Dios, pero no en su amor. La escritora insiste en encontrar una razón al sufrimiento y la muerte, y una lógica a la creencia en el cielo y el infierno. Incluso da un interesante origen al alma. Vislumbro un velado espiritualismo materialista en las ideas religiosas de Rice. Es claro que se encuentra dividida entre un catolicismo recalcitrante y las ideas adquiridas en sus investigaciones espirituales, que expone de una forma bastante fácil de seguir aunque no consigue tocar la sensibilidad espiritual del lector. Sus descripciones del cielo y el infierno, basadas en tradiciones culturales obsoletas, son pueriles, infantiles y casi ridículas; no pueden seducir ni asustar porque no son creíbles en ninguna forma. La historia del velo de Verónica es una soberana estupidez que los mismos católicos reconocen como una alegoría.
Para hacer aún más absurdo todo, la breve historia que enmarca el asunto es de lo más cursi y falsa. Lestat acecha a un peligroso delincuente de cuya sangre desea alimentarse. El delincuente es un espécimen de lo peor, pero tiene por hija a Dora, una guapa tele evangelista que pretende realizar una reforma definitiva en el mundo cristiano. Por supuesto, Dora se obliga a ignorar que las mujeres no tienen lugar en las grandes reformas religiosas. Lestat ronda a la chica como perro en celo, pues de tanto acechar al padre acaba enamorado de la hija. Dora no desea saber nada de su malvado padre, pero no le avergüenza aceptar su dinero mal obtenido.
Lestat devora al delincuente y recibe la visita de su fantasma, que le cuenta su patética historia. Y, como era de esperar, Lestat acaba enamorado de él y aunque había jurado y rejurado que no lo haría, se presenta ante la beatita, que vive casi como una monja millonaria. Luego el viaje con Memnoch y a su regreso el asqueroso momento cuando Lestat se arrodilla ante Dora y succiona su menstruación. Con eso Anne Rice rebasa el límite del mal gusto y la vulgaridad. ¡Rice, eres una cerda! Por cierto que la beatita recibe a Lestat con los brazos abiertos y lo llama amor. ¡Con qué facilidad se enamoran las personas en el universo de Rice! Lo entiendo de los vampiros, que emocionalmente funcionan de otra forma, pero no de los humanos.
Sigue el único gran momento de la novela, la tentativa de suicidio de Armand, cuya breve aparición responde a un fallido intento de Rice de exponer un poco más el carácter y los sentimientos del único personaje de la serie cuya historia no sigue una línea lógica. Armand vive muchas historias que no encajan entre sí.
Tal vez el peor libro de toda la serie, aunque como de costumbre Rice regala algunos momentos sublimes, que aquí serían unas cuantas imágenes del infierno y la de Armand elevándose al sol en una insensata intentona de matarse para demostrar la grandeza de Dios, acto que luego es repetido por varios vampiros en las afueras del templo que exhibe el velo de Verónica.

Pandora: La autobiografía de la vampiresa Pandora, escrita para David Talbot. Relata su amor por Marius Romanus, su transformación en manos de éste y los largos años de su convivencia, todo ello sobre el fondo de la decadencia de Roma y el nacimiento y ascenso del cristianismo, que origina a los Hijos de Satán.
La historia es plana y sencilla, no aporta nada nuevo a la serie e incluso deja fuera la parte más intrigante y fascinante de la biografía de Pandora, su conversión en una figura legendaria adorada como una diosa por otros vampiros. Tampoco explica su unión con Santino durante los sucesos culminantes de La reina de los condenados. Una novela débil y fácilmente olvidable.

Armand el vampiro: La autobiografía del impreciso vampiro Armand, relatada a David Talbot, es la novela más insufrible de la serie. Si Memnoch el Diablo es mala por ser una especie de alucinógeno ensayo metafísico y no una novela de vampiros, esta es insoportable por su innegable parecido con un fanfiction escrito por un adolescente pervertido. Quienes han leído ese tipo de material saben de qué hablo: Historias donde los personajes son secuestrados, torturados y violados, y todo ese horror se acepta como algo normal; historias donde todos los hombres hablan, se mueven y viven como habitantes de un universo marica -marica, no homosexual- y las mujeres son tan bellas como escasas. Así es esta novela que hará las delicias de cientos de adolescentes cultural y emocionalmente degradados.
Armand comienza relatando sus orígenes como pintor de iconos ruso y su rapto y posterior venta a un burdel masculino de Venecia. Esta parte de la novela encanta a muchos tarados emocionales, esa gentecilla convencida de que el máximo sueño erótico de todo ser humano es ser violado. 
Luego viene la parte más sonrojante de la serie, la historia de Marius y Armand. Lo que pudo ser un bello relato de amor homosexual se convierte en una historia llena de clichés fanfic. Hay discusiones amorosas, sexo incompleto -recuérdese que estos vampiros no practican la penetración-, peleas con frasecitas feminoides, amenazas, lloriqueos, sadomasoquismo, más frasecitas maricas y más sexo incompleto. Armand olvida rápidamente el horror de haber sido violado y se dedica a prestarle el culo a cualquiera al que pueda pagarle por ello. Bien por él si eso le place, aunque resulta inverosímil que una persona de profunda fe religiosa, y que además fue violada en repetidas ocasiones, actúe con tal desparpajo sexual. Este momento de la historia incluye el episodio marica supremo de la serie, el de Harlech, el conde inglés que se obsesiona con Armand y trata de matarlo por negarse a huir con él. El episodio está lleno de acusaciones mujeriles, joyas de la mariconería como esta:

 ''-Amadeo -dijo, avanzando hacia mí. Su voz resonó por la espaciosa habitación-. ¡Me arrancaste el corazón del pecho cuando aún estaba vivo y respiraba, y te lo llevaste! ¡Esta noche nos reuniremos en el infierno!''

Qué línea tan ridícula; no sé bien si reír o sonrojarme. ¿En qué pensaba Rice cuándo incluyó este tipo de frasecitas? 
Afortunadamente hay un giro en la historia y entonces viene lo bueno. Porque algo bueno debía tener todo este panfleto rosa. Y es el relato del ataque al palacio de Marius perpetrado por los Hijos de Satán a instancias de Santino, su perverso líder. Estas bestias cristianas aterrorizan a la bella Bianca, amada mortal de Marius y Armand, prenden fuego al palacio, queman vivo a Marius, y se llevan a Armand y a los muchachos humanos protegidos por el vampiro romano. La secuencia es espeluznante y le sigue una incluso más intensa, terrorífica y cruel cuando Rice describe con detalle la horrible tortura física y moral a que es sometido Armand para ser convertido en otro fanático Hijo de Satán. El episodio estremece.
Y llega la última parte, la más aburrida e inverosímil de la novela. La historia del rescate del achicharrado Armand luego del vuelo hacia el sol relatado en Memnoch el Diablo. El rescate lo realizan dos jóvenes humanos con una historia tan poco creíble como su vida diaria. Ya expuse que Rice no crea personajes humanos verosímiles. Estos no lo son en ningún sentido: Una joven pianista medio loca que interpreta siempre la misma melodía, y un chico árabe de 12 años que se supone cuida de ella por encargo del hermano mayor de la joven, otro medio loco, aunque en su caso por el fastidio de oír a la hermana tocar lo mismo una y otra vez. En lugar de quitarle el piano y encerrarla, el hermano prefiere molerla a golpes. Todo lo que va desde Armand cayendo del vuelo, hasta la decisión de tomar bajo su protección a sus  salvadores, está lleno de escenas y diálogos superfluos que alargan innecesariamente la historia. El 70% de los sucesos narrados en esta parte podría haberse pasado por alto; sobran demasiados detalles. Por supuesto, el par es vampirizado; Marius y Pandora se encargan de eso sin consultar a Armand, él sólo se limita a aceptarlo después de quejarse un poco. ¿Realmente creyó que podía cuidar de un par de humanos sin que su propia naturaleza interfiriera radicalmente en ellos? Y ahí queda la familia vampírica: Mamá Pandora, papá Marius, tío Armand y los hijos Sybelle y Benjamín.
En conclusión, no hay mucho de interés a excepción del terrorífico episodio de los Hijos de Satán. Rice no consigue definir el carácter de Armand. Tal vez no tiene uno. Quizá sólo se deja llevar por las circunstancias, incluso las más extremas, sin que dejen huella profunda en él. Esto explicaría su aceptación de ideas y sucesos muy diferentes a lo largo de su vida, la mayoría impuestos por otros. Lo único que decide por sí mismo, convertir al prescindible Daniel Molloy, sale mal.

Vittorio el vampiro
: Novela independiente; aunque transcurre en el mismo universo de Lestat y compañía, no trata de nadie cercano a su grupo y el personaje principal ni siquiera es mencionado en las siguientes entregas de la serie.
La que pudo ser una gran novela tributo al vampiro clásico se desinfla sobre sí misma a mitad de todo.
La primera parte es excelente y está llena de grandes momentos e ideas: Vampiros cobrando tributo de sangre a señores y aldeas, el pueblo que encuentra la solución perfecta al exceso de población, el horror del corral, los rituales vampíricos… Rice consigue aquí algunos de sus momentos más terroríficos… Luego lo arruina todo de un modo brusco y absurdo trasladando al protagonista fuera de toda la acción y haciendo aparecer frente a él a dos ángeles de la guarda que le ayudan a destruir a los vampiros malvados. Lamentable en todo sentido, pues el cambio de escenario y la introducción de los ángeles, además de incoherente, se siente forzado y hace decaer el interés que despierta la admirable primera parte.

Merrick: Otra novela de vampiros que no trata de vampiros. David Talbot se reúne con su antigua protegida y amada, la hermosa bruja afroamericana Merrick Mayfair, para solicitarle que invoque al espíritu de Claudia. La invocación se realiza sólo después de que David narra toda la biografía de Merrick, que incluye una madre desaparecida, un viaje arqueológico al estilo Indiana Jones y una máscara mágica. No hay vampiros excepto muy cerca del final, cuando Louis, David y Merrick se reúnen para la invocación. Enseguida los sucesos predecibles: Louis, liberado de su obsesión con Claudia, se enamora locamente de Merrick y la vampiriza; luego se expone al sol y queda hecho barbacoa pero no muere. Lestat lo cura con su sangre y así Louis se vuelve casi indestructible.
Prescindible y hasta desagradable para los reales fans de los vampiros. Es la única novela de la serie que no posee ningún gran momento.

Sangre y oro
: Marius relata su vida al vampiro Thorne, neófito de Maharet. Se amplían hechos conocidos y se aclaran otros que permanecían a oscuras, resultando una novela ágil, agradable y fácil de leer, aunque no aporta mucho a la serie.
Destacan particularmente los detalles agregados al relato del ataque de los Hijos de Satán al palacio veneciano de Marius, suceso ya narrado en Armand el vampiro. Marius cuenta su versión de los hechos, incluyendo su salvación gracias a Bianca, a quien vampiriza y transforma en su amada compañera. La historia de Armand y Bianca me sorprendió bastante. No recuerdo haber leído en la Red nada sobre Bianca; lectores y fans de la serie pasan de largo ante ella a la vez que suspiran por la pareja Marius-Armand. Y sin embargo Marius ama a Bianca más de lo que nunca ama a Pandora y a Armand, y su relación con ella es casi perfecta mientras dura. Con Bianca no existe la lucha de caracteres que con Pandora, ni la seducción de un espíritu debilitado que hay con Armand. Marius ama a Bianca a tal punto que cuando ella decide abandonarlo por su obsesión con Pandora, él llega a suplicarle de rodillas que no lo haga. Marius nunca alcanza esos extremos de humillación con Pandora, cuya sabiduría no logra apreciar, y mucho menos con Armand, al que ama de modo carnal. ¿Por qué entonces la pareja Marius-Bianca es tan poco apreciada? La respuesta es obvia, aunque a muchos no les guste: La homosexualidad sigue en el terreno de lo morboso, y los lectores de este tipo de novelas suelen ser morbosos incapaces de aceptar y comprender una relación amorosa donde la pareja no esté en constante lucha.
No me convencen las razones de Marius para no rescatar a Armand del fanatismo de los Hijos de Satán. Deduzco que se engaña al respecto y que alcanzó tal grado de compenetración espiritual con Bianca que no desea a nadie más en su vida excepto a Pandora.
Se amplía la historia del breve reencuentro de Marius y Pandora. A diferencia de la versión narrada en Pandora, Marius describe a su amada como una histérica aterrorizada que llega a caer en el ridículo. También revela la verdad sobre el vampiro indio que la acompaña.  
Al llegar la novela a los sucesos acaecidos en 1985 narrados en La reina de los condenados, el relato se vuelve más fragmentado y reaparece una vieja interrogante: ¿Por qué cuando Akasha sepulta a Marius bajo su propia casa Pandora acude a rescatarlo en compañía de Santino? El odio de Marius hacia el líder de los Hijos de Satán, destructores de su mundo, es conocido por todos sus cercanos, entonces no se comprende que Pandora se presente con él. Se sabe que en el pasado Santino se enamoró locamente de Pandora y que el rechazo de esta lo llevó a perder su fe y a abandonar a los Hijos de Satán, pero en 1985 se ignora cómo y cuándo se reencontraron y convirtieron en pareja. Este es un dato que la serie nunca explica. En La reina de los condenados, tras el rescate de Marius, Pandora y Santino duermen abrazados en una tumba, lo que da a entender que son una pareja y no compañeros circunstanciales. Sin embargo en las novelas siguientes Pandora está sola y Santino prácticamente desaparece de la serie. En Armand el vampiro se menciona brevemente como a mediados de los 90 Marius y Santino acudieron a recoger los restos de un vampiro que ardió al elevarse al sol imitando a Armand. ¿Por qué precisamente ellos dos? ¿Acaso los envió Maharet con la esperanza de reconciliarlos?  Nunca se sabe ni sabrá, pues Sangre y oro acaba con la muerte de Santino a manos de Thorne. Y como el personaje y su historia nunca fueron desarrollados plenamente, no resucita en la siguiente novela. 
Hay que destacar el fondo histórico. La parte principal del relato se desarrolla a lo largo de periodos históricos de gran importancia para occidente: La división y caída de Roma, el ascenso y consolidación del cristianismo, los años oscuros del Medioevo, y por último el resurgimiento artístico de la Antigüedad por medio del Renacimiento. La Historia está magníficamente sintetizada, explicada y narrada. Qué excelente manera de enseñar historia a gente que jamás ha tratado de saber por qué occidente es como es y no de otra forma. Un gran aplauso para Anne Rice por esos magníficos fondos.
Novela agradable, aunque la repetición de ciertos episodios narrados en otras partes de la serie puede volverla algo cansina. Ni buena ni mala, sólo correcta. Es de lamentar que Rice introduzca nuevos personajes sólo para usarlos como apoyo de su cuarteto de favoritos, Lestat, Marius, Armand y Louis. Thorne pudo ser un personaje interesante pero Rice se niega a darle relevancia, tal como antes hizo con Jesse y Khayman, quienes se esfumaron después de su gran aparición en La reina de los condenados.

El santuario
: Otra de Las crónicas vampíricas escasas de vampirismo. El joven vampiro Tarquin Blackwood acude a Lestat en busca de ayuda contra Goblin, un espíritu que lo acompaña desde siempre pero que se ha vuelto contra él desde su reciente transformación en vampiro. Tarquin relata a Lestat la historia de su vida, fuertemente ligada a Blackwood Manor, una hermosa casona centenaria habitada por humanos, fantasmas y espíritus, y a una familia tan irreal como adinerada y disfuncional. La historia incluye viviendas misteriosas, peleas familiares, viajes por Europa, y una novia con un historial sexual que ya se lo hubiera querido Mesalina.
La primera mitad, con la historia de Rebeca, las peleas entre Papsy y el resto de la familia, el secreto de la casa del pantano, y el misterio de Goblin, es bastante envolvente. De haber acabado todo al finalizar el capítulo 20, El santuario sería una gran novela de fantasmas. Lamentablemente continúa y además es una de Las crónicas vampíricas, así que aun teniendo una historia interesante, dentro de la serie se siente como un libro de relleno. Para colmo cambia de rumbo al entrar en escena Mona Mayfair y su tribu, volviéndose derechamente insoportable.
La familia Blackwood me sorprendió bastante ¿Son los Blackwood tan irreales como las otras figuras humanas diseñadas por Rice o en Estados Unidos existe gente como ellos? Porque la familia Blackwood tiene mucho de lo que los estadounidenses califican como negativo y vulgar en las familias hispanoamericanas. De partida son católicos practicantes; asisten a misa y creen en la confesión. Luego, viven apegados los unos a los otros, unidos por los lazos de la sangre más que por los afectivos. Véase el caso de Patsy, una verdadera escoria de humanidad que amenaza a su padre con un cuchillo, vende las joyas de su madre, se droga, putea y aborta muchas veces, y aun así se le permite vivir en Blackwood Manor a expensas de la familia e incluso se le da dinero. Tarquin, que acaba siendo el señor de la casa, es hijo bastardo de Patsy, que lo parió a los 16 años; él tiene su propio bastardo a los 18 como resultado de un único encuentro sexual con Jasmine, el ama de llaves de la familia, una mujer con edad suficiente para ser su madre y que de hecho lo cargó en brazos siendo bebé; después aparece un bastardo del abuelo concebido por una putilla perteneciente a la llamada ''basura blanca''. Y todos ellos -incluida la putilla y sus otros seis hijos sin padre-  son recibidos en Blackwood Manor con los brazos y bolsillos abiertos. ¿Realmente los americanos hacen eso, meter a cualquiera en sus casas sólo porque comparten algunos genes? Sé que lo hacen las clases bajas de todo el mundo, pero no imaginé que fuera practicado también por las grandes familias estadounidenses. Si esto es real, entonces El santuario sería también una novela costumbrista americana. Curioso.
Vampiros hay pero no participan hasta muy cerca del final. Sabemos que el misterioso habitante de la casa junto al pantano es un vampiro, pero antes de presentarlo debidamente Rice nos obliga a digerir toda la historia de Blackwood Manor y sus habitantes humanos y fantasmales, y parte de la de Mona. Luego aparecen los vampiros y son desilusionantes. Y por último, ya como cierre, se narra la autoinmolación de Merrick Mayfair tras acudir a liberar a Tarquin de Goblin por medio de un exorcismo. Rice nos hace leer toda la somnífera novela Merrick para luego hacer morir a la hechicera sin motivo aparente.
Hay muchos grandes momentos a lo largo de toda la novela, pero como ninguno tiene relación con vampiros, paso de ellos. En conclusión, una novela totalmente prescindible. Excepto por la muerte de Merrick, no aporta ni afecta en nada a la historia general de la serie.

Cántico de sangre
: Continuación de El santuario. Los vampiros Tarquin Blackwood, Mona Mayfair y Lestat van en busca de los  Taltos, una raza paralela a la humanidad cuyos últimos descendientes están vinculados por sangre a los Mayfair, poderosa y extensa familia de hechiceros. Blackwood Manor funciona como escenario muy secundario y sus habitantes pierden protagonismo frente a los Mayfair. Hay bastante vampirismo pero los Taltos son el tema central, pues otra vez Rice crea y desarrolla una historia que en otra serie fascinaría y en Las crónicas vampíricas desagrada. En unas crónicas vampíricas no queremos leer sobre cambios de cuerpos, fantasmas o razas ocultas, queremos leer sobre vampiros. VAMPIROS.
Lo peor es la breve resolución de la historia de Patsy. Es bastante ridícula la escena de esa escoria que se eleva al cielo cantando una canción country al son de la guitarra. Si la puta drogadicta de Patsy pudo entrar al cielo después de romper todas las leyes del Decálogo, cualquiera puede. 
Lo mejor es el relato de Rowan Mayfair sobre sus hijos Taltos. ¡Qué gran imaginación tiene Rice! Es sencillamente admirable, aun cuando equivoque la temática de sus novelas.
Merrick, El santuario y Cántico de sangre conforman una trilogía que une el universo de Las crónicas vampíricas con el de la poderosa familia Mayfair, protagonista de otra serie de novelas de Anne Rice de la que no tengo información. Ninguno de los personajes y acontecimientos de estas tres novelas se menciona en la siguiente de la serie, así que podemos considerarlas como obras independientes.

El príncipe Lestat
: Once años después de la publicación de Cántico de sangre, y a casi cuarenta del inicio de la serie, Anne Rice lanza la novela que para mí finalizaría Las crónicas vampíricas
Para tan especial acontecimiento Rice reúne a todos los vampiros que han sobrevivido a lo largo de la serie. Creadores y neófitos separados durante siglos o décadas vuelven a encontrarse; vampiros anónimos aparecidos en un par de páginas se alzan para contar su historia. Todos ellos acaban formando una asamblea para tratar la aparición de una Voz que fuerza a los vampiros de todo el mundo a quemar a sus semejantes más jóvenes. Al mismo tiempo Lestat descubre que un científico vampiro -¡Por fin un vampiro útil!- ha creado una especie de clon suyo, su ''hijo'' Viktor. Parece interesante pero no hay nada original, el esqueleto de la obra es el mismo de La reina de los condenados: Quema de vampiros alrededor del mundo -donde la Voz retoma el papel desempeñado por Akasha-, una asamblea de vampiros -más grande que la de 1985, pero igual de inútil-, aparición de viejos vampiros escondidos por siglos -Alessandra y otros muchos repiten el rol de Khayman-, parientes humanos que son convertidos -Viktor y la sosa Rose en el papel de Jesse- y un desenlace incluso más lento que el de La reina de las condenados.
Evidentemente Rice deseaba cerrar la serie y además dejando en orden todas las historias y situaciones esbozadas. Lo logra a medias, pero repitiéndose incluso en los clichés e insistiendo en destruir lo mejor de su universo en aras de la salvación de su pequeño cuarteto de insoportables favoritos. Quedan ciertas dudas:
¿Por qué se elimina a los fascinantes Maharet, Mekare y Khayman? ¿Cuántas historias suyas nunca serán contadas? ¿Qué hicieron Khayman y Jesse durante los años posteriores a 1985 además de acompañar a las gemelas?
¿Por qué Lestat acepta a Viktor con tanta facilidad? Es realmente insólito: Alguien crea un clon suyo sin su consentimiento y él lo acepta como su hijo sin el menor reparo.
¿Por qué Rosh no recibe ningún castigo por los asesinatos de los maravillosos Khayman y Maharet? Santino muere de forma horrible por menos que eso.
¿Por qué Bianca, Armand y Marius, reunidos después de siglos, no mantienen ningún diálogo?
¿De dónde salió esa multitud de vampiros que exige la guía de Lestat y compañía? ¿Qué les lleva a creer que Lestat tiene alguna responsabilidad ineludible para con ellos?

Un intento de desenlace extraño pero necesario. Hace bastante tiempo que la serie está agotada, pues, como en Alien, ya no hay nada interesante que pueda agregarse a la historia. Rice finaliza todo con un final de cuento de hadas donde la totalidad de los personajes asiste a la conversión de la parejita formada por el clon Viktor y la insoportable Rose, con el beneplácito del príncipe -¿por qué príncipe y no rey?- Lestat. Luego cada uno volverá a su casa para continuar siglo tras siglos haciendo lo mismo, dada la tendencia natural de los vampiros de Rice a echarse en un bonito rincón a ver pasar el tiempo.

De lo que pueda cambiar en las dos últimas novelas, nada sé y nada quiero saber.
 
Conclusión: Las crónicas vampíricas es una serie que todo amante del vampirismo moderno debe leer al menos una vez en la vida. Cada quien la valorará según su gusto o lo que espere de ella. Personalmente la detesto un poco más de lo que la admiro; no volvería a leerla completa excepto si me pagaran por ello, sin embargo insisto en lo mismo: Hay que leerla y decidir por sí mismo respecto a su valor literario o estético.

Los aficionados a los vampiros clásicos (Drácula, Carmilla, Lord Ruthven...) nos reuniremos en otra entrada.

jueves, 7 de octubre de 2021

Ocho relatos de Edgar Allan Poe con comienzos deslumbrantes



Son muchos los relatos que han atrapado a un lector por lo atractivo de sus primeras líneas. Poe fue un maestro de esta técnica. Sus cuentos suelen iniciar con frases envolventes que en ocasiones exponen breve y directamente el asunto a tratar, pero en otras son filosóficas o simplemente tan incomprensibles como atrayentes. Una vez iniciada la lectura de un relato de Poe, ya no se deja hasta llegar al siempre impactante final.
Otros escritores han retomado esta idea siendo tal vez Lovecraft quien mejor lo consiguió; sin embargo Poe continua siendo el rey indiscutido en lo de atrapar lectores desde la primera línea. Estos son ocho inicios de relatos de Poe que una vez leídos obligan a leer todo lo que sigue.

1) Sombra (1835)
Ustedes que me leen, están todavía entre los vivos. Yo, que ahora escribo, estaré, desde hace mucho tiempo, en viaje por la región de las sombras. Porque, en verdad, sucederán cosas extraordinarias. Muchas cosas secretas serán reveladas, y pasarán muchos siglos antes de que estas notas sean revisadas por los hombres. Y cuando estos las hayan visto, unos no creerán, otros dudarán de ellas y pocos hallarán materia de meditación en los caracteres que con un estilete de hierro grabo en estas tablillas.


2) Berenice (1835)
El infortunio es múltiple. La desdicha sobre la tierra, multiforme. Dominando el vasto horizonte cual el arcoíris, son sus matices tan varios como los de ese arco, tan claros también, e incluso tan íntimamente mezclados. ¡Dominando el vasto horizonte cual el arcoíris! ¿Cómo he podido obtener de la belleza un tipo de fealdad? ¿Cómo del pacto de paz, un dolor semejante? Pero lo mismo que en la ética el mal es una consecuencia del bien, así, en la realidad, de la alegría nace la pena, bien porque el recuerdo de la felicidad pasada forme la angustia de hoy, bien porque las angustias que son tengan sus orígenes en los éxtasis que pueden haber sido.

3) Silencio (1838)
-Escúchame -dijo el demonio, colocando su mano sobre mi cabeza-. La región de que te hablo es una región lúgubre. Se halla en Libia, junto a las orillas del Zaire. Allí no se encuentra descanso ni silencio.

 
4) William Wilson (1839)
Permítaseme, por el momento, llamarme William Wilson. La blanca página que ahora está ante mi no debe ser manchada por mi verdadero nombre. Ha sido este ya con exceso objeto de desprecio y de horror, de abominación para mi estirpe. ¿No han divulgado su incomparable infamia los indignos vientos por las más distantes regiones del globo? ¡Oh, el más abandonado proscrito de todos los proscritos!, ¿no has muerto por siempre para la tierra, para sus honores, para sus flores, para sus doradas aspiraciones?

5) Eleonora (1841)
Provengo de una estirpe que se ha distinguido por el vigor de su fantasía y el ardor de su pasión. Los hombres me han llamado loco; pero no está esclarecida la cuestión de si la locura es o no es lo sublime de la inteligencia, de si buena parte de lo que es glorioso -todo lo que es profundo- no surge de una dolencia del pensamiento, de unos modos del espíritu exaltado a expensas del intelecto general.


6) El corazón delator (1842)
Confieso que soy nervioso. Tremendamente nervioso. Lo fui siempre y lo sigo siendo. Pero ¿por qué dicen que estoy loco? La enfermedad aguzó mis sentidos, pero no los ha destruido ni embotado. Sobre todo tenía un oído agudísimo. He escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra y bastantes del infierno. ¿Cómo, entonces, puedo estar loco? Atención. Observen con cuanta cordura y con cuánta calma puedo contarles toda la historia.

7) El gato negro (1842)
No espero ni solicito crédito para el muy extraño y, sin embargo, muy vulgar relato que me dispongo a transcribir. Tratándose de un caso en el que mis sentidos se niegan a aceptar su propio testimonio, habría de estar realmente loco si así lo creyera. Pero no estoy loco, y estoy seguro de que no sueño. Y no obstante mañana moriré y hoy quisiera aliviar mi alma. 

 
8) El barril de amontillado (1846)
Había soportado lo mejor que pude las mil injurias de Fortunato, pero cuando llegó al insulto, juré vengarme. Ustedes, que conocen tan bien la naturaleza de mi carácter, no llegarán a suponer, no obstante, que pronunciara la menor palabra con respecto a mi propósito. A la larga, sería vengado. Este era ya un punto establecido definitivamente. Pero la misma decisión con que lo había resuelto excluía toda idea de peligro por mi parte. No solamente tenía que castigar, sino castigar impunemente. Una injuria queda sin reparar cuando su justo castigo perjudica al vengador. Igualmente queda sin reparación cuando este deja de dar a entender, a quien lo ha agraviado, que es él quien se venga.

Bonus:
''Tú has sido'' (1844)
Voy a representar el papel de Edipo en el enigma de Rattleborough. Voy a exponerles -como sólo yo sé hacerlo- el secreto de la tramoya que produjo el milagro de Rattleborough, el único, el verdadero, el reconocido, el indiscutible, el indisputable milagro que puso fin de manera definitiva a la incredulidad entre los habitantes de Rattleborough y convirtió a la ortodoxia de las abuelitas a todos aquellos profanos que se habían atrevido a mostrarse escépticos.
 
Conclusión: Hay que leer a Poe.