jueves, 24 de noviembre de 2022

Requiescat (Oscar Wilde)



Requiescat

Pisa ligeramente, ella está cerca,
bajo la nieve;
habla suavemente, ella puede oír crecer las margaritas.

Toda su brillante cabellera dorada
está empapada por la herrumbre;
ella, que era joven y bella,
se ha convertido en polvo.

Semejante al lirio, blanca como la nieve,
apenas sabía
que era mujer,
tan dulcemente había crecido.

Las tablas del ataúd y una pesada losa
se apoyan sobre su pecho;
mi solitario corazón está afligido;
ella descansa en paz.

Silencio, silencio, ella no puede oír
la lira o el soneto;
toda mi vida está enterrada aquí,
amontonen tierra sobre ella.


jueves, 10 de noviembre de 2022

Ricardo III (William Shakespeare)


Simplemente mi tragedia favorita de Shakespeare. Después de leerla por primera vez, quedé fascinada con el tema. Estudié la historia de la monarquía medieval inglesa y la guerra de las dos rosas, con un examen detallado a las genealogías de los Lancaster y los York, y luego, ya mejor informada, volví a leer el grandioso drama. Disfruté cada línea de diálogo por el triple. 
¿Se trata de una difamación? Posiblemente, mas Shakespeare difama de un modo soberbio. 

Resumen
La obra es la cuarta parte de la tetralogía sobre Eduardo VI. La acción inicia en 1471 con la muerte del rey Eduardo y finaliza en 1485 con la muerte de Ricardo III, hermano del anterior. 
Ricardo, celoso de sus hermanos y hambriento de poder, se abre paso hacia el trono de Inglaterra mintiendo, seduciendo, manipulando y asesinando a conveniencia. Su gran don de palabra compensa en parte su deformidad física y moral, ayudándole incluso  a conseguir el apoyo de algunos enemigos, y hasta a Ana Neville, quien perdiera a su padre, su marido y su suegro a manos de Ricardo. 
El sanguinario y cruel Ricardo parece asentado en el trono una vez asesinados o desterrados todos sus posibles adversarios, pero la sublevación inicia entre sus propios adeptos. Abandonado por todos, Ricardo debe pagar por sus crímenes como ya hicieron los otros Lancaster y York. 

Ricardo III fue un producto de su era y clase social. En la edad media las casas señoriales se desangraban mutuamente en los campos de batalla, para más tarde intentar la paz mediante matrimonios cruzados que sólo acarreaban mayores problemas dinásticos y personales en la siguiente guerra por el poder. La historia de los Lancaster y los York es el gran paradigma de tal sistema, un compendio de crímenes, traiciones, sediciones y usurpaciones escrito con sangre y lágrimas. 
Es claro que Ricardo III fue un hombre malévolo y cruel, pero no hasta el extremo que afirma Shakespeare. El autor le cuelga todos los crímenes posibles, desde el fratricidio, al matar a sus hermanos, al incesto, al pretender casarse con su sobrina Isabel. Pero también es claro que el Ricardo III de Shakespeare es un personaje más portentoso que su homónimo histórico. Casi igual pasa con el resto de personajes y situaciones. 
La tragedia abunda en falsedades históricas; Shakespeare trastrueca acontecimientos, acumula desastres, quiebra el tiempo. Y todo ello adrede, con la intención de crear una obra de enorme belleza y fuerte contenido moral. Al final el mal no triunfa, no puede triunfar, y el que pasó por sobre leyes humanas y divinas para obtener la corona real, ahora está dispuesto a darlo todo a cambio de su miserable vida. 

El personaje
Ricardo es odioso y fascinante por igual. Lo tachan de demonio, perro, aborto puerco… Es cojo y jorobado, y él mismo reconoce su falta de atractivo, usándolo como excusa para su maldad:

''… yo, groseramente construido y sin la majestuosa gentileza para pavonearme ante una ninfa de libertina desenvoltura; yo, privado de esta bella proporción, desprovisto de todo encanto por la pérfida Naturaleza; deforme, sin acabar, enviado antes de tiempo a este latente mundo; terminado a medias, y tan imperfectamente y fuera de la moda, que los perros me ladran cuando ante ellos me paro… ¡Vaya, yo, en estos tiempos afeminados de paz muelle, no hallo delicia en que pasar el tiempo a no ser espiar mi sombra al sol, y hago glosas sobre mi propia deformidad! Y así, ya que no puedo mostrarme como un amante, para entretener estos bellos días de galantería, he determinado portarme como un villano y odiar los frívolos placeres de estos tiempos. He urdido complots, inducciones peligrosas, valido de absurdas profecías, libelos y sueños, para crear un odio mortal entre mi hermano Clarence y el monarca.''

Por un tiempo Ricardo parece victorioso, pero el recuerdo de sus muchos crímenes cae de pleno sobre sobre él cuando los fantasmas de sus víctimas lo visitan en vísperas de la batalla decisiva por el poder:

''¡Mi conciencia tiene millares de lenguas, y cada lengua repite su historia particular, y cada historia me condena como un miserable! ¡El perjurio, el perjurio en más alto grado! ¡El asesinato, el horrendo asesinato, hasta el más feroz extremo! Todos los crímenes diversos, todos cometidos bajo todas las formas, acuden a acusarme, gritando todos: ‘¡Culpable! ¡Culpable!’ ¡Desesperaré! ¡No hay criatura humana que me ame! ¡Y si muero, ninguna alma tendrá piedad de mí! ¿Y por qué había de tenerla? ¡Si yo mismo no he tenido piedad de mí!'' 

El estilo es elegante y fácil de leer. Hay algunos juegos de palabras y varios duelos verbales, recurso teatral que siempre he amado. El diálogo entre Ricardo y Ana es exquisito. Ella empieza maldiciéndolo con odio para luego acabar aceptando su propuesta matrimonial de buen grado. También la breve lucha verbal de Ricardo y su madre, quien resulta victoriosa, así como el diálogo final entre Ricardo y la reina Isabel, a quien parece convencer de aceptarlo por yerno. Las mujeres tienen grandes líneas en esta obra. De hecho, casi todos los personajes poseen su gran momento. 

Lo mejor: La historia, los personajes, los diálogos. Todo.
Lo peor: No la recomendaría a personas poco versadas en la historia de la realeza inglesa. Las relaciones por sangre y matrimonio entre los muchos personajes, que además repiten nombres, no es facil de seguir sin información extra.
Conclusión: Una de las cumbres del teatro shakespereano. Imprescindible para muchos.