Pisa ligeramente, ella está cerca,
bajo la nieve;
habla suavemente, ella puede oír crecer las margaritas.
Toda su brillante cabellera dorada
está empapada por la herrumbre;
ella, que era joven y bella,
se ha convertido en polvo.
Semejante al lirio, blanca como la nieve,
apenas sabía
que era mujer,
tan dulcemente había crecido.
Las tablas del ataúd y una pesada losa
se apoyan sobre su pecho;
mi solitario corazón está afligido;
ella descansa en paz.
Silencio, silencio, ella no puede oír
la lira o el soneto;
toda mi vida está enterrada aquí,
amontonen tierra sobre ella.
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