jueves, 2 de junio de 2022

Títulos llamativos en la ciencia ficción: Una historia personal


¿Qué tan poderoso es un título sugerente? ¿Cuántos han leído un libro por el simple hecho de que su título llama la atención? Aunque parezca algo menor, no lo es; muchas veces el nombre de un libro determina su elección como lectura... Y muchas veces esa lectura resulta desconcertante o desilusionante. En mi caso particular, la ciencia ficción es el género literario del que más relatos he leído atraída por un título. 
Siempre me ha gustado la ciencia ficción. Un tipo de ciencia ficción. La TV fue el medio que me dio a conocer el género a principios de los años 90. Enseguida vino la literatura. Enciclopedias y revistas mencionaban novelas por entonces inaccesibles para mí; novelas cuyos nombres echaron a volar mi imaginación. Títulos como La guerra de las salamandras, Neuromante, Crónicas marcianas, Fundación, Los últimos y primeros hombres, Los reyes de las estrellasLa violación del tiempo, llegaron casi a obsesionarme. Por años soñé con ellos, fantaseando ampliamente sobre sus argumentos y ambientación. Los busqué y rebusqué hasta encontrarlos. 
Crónicas marcianas (Ray Bradbury) fue uno de los primeros libro que leí por el título. ¿Unas crónicas marcianas? ¿Contadas por quién? Tras conocer el cuento El contribuyente, fui por todo el libro. La belleza mística de su Marte imposible golpeó mi corazón. Lo amé. Lo amé con locura. 
La guerra de las salamandras (Carel Capek) fue un caso distinto. La palabra ''salamandra'' me hacía pensar en una raza alienígena de aspecto ratonil, y unida a ''guerra'', creaba en mi mente algo parecido a una épica espacial saturada de naves estelares y coloridos rayos destructores. Cuando por fin pude leer la novela, quedé pasmada: Era completamente diferente a lo imaginado. En lugar de una space opera baladí, me encontré con una ácida y tajante sátira del colonialismo europeo. Es quizá la novela de ciencia ficción que mejor me ha sorprendido, pero no la única. Continué leyendo y sorprendiéndome de lo poco, casi nada, que esas historias semejaban lo que sus títulos me hacían ensoñar. Comprendí que mi visión del género estaba errada, era una fantasía personal. Mas seguí leyendo.
El libro físico, el libro tangible y real, siempre ha sido mi primero opción. Crónicas marcianas y La guerra de las salamandras las leí en papel. Lamentablemente muchas obras son casi imposibles de conseguir en tan excelente formato. En ocasiones porque su precio es exorbitante, pero más comúnmente porque no se han reeditado. Así que a partir del año 2015 comencé a buscar en Internet los libros que deseaba leer. Hoy poseo una verdadera biblioteca virtual que incluye mucha ciencia ficción. De algunos relatos conocía sólo el título, otros los descubrí buscando los anteriores. Los títulos llamativos siguen seduciéndome, especialmente si el libro fue escrito en el siglo XX. Los resultados han sido dispares: La serie de Fundación (Isaac Asimov), sorprendente y formidable; Neuromante (William Gibson), simplona y aburrida, aunque a ratos impresionante; Los reyes de las estrellas (Edmond Hamilton), sencilla, divertida y dulcemente anticuada…
En conclusión, mi experiencia con la literatura de ciencia ficción ha sido desigual. Descubrí historias maravillosas e imaginativas, pero también una buena cantidad de basura. Conocí autores de los que jamás había oído, y deseché a otros muy mencionados. Por sobre todo, aprendí a no dejarme llevar a una lectura sólo por un nombre atractivo, aunque hay títulos que, incluso habiéndome decepcionado, continúan suscitando ensoñaciones en mí. Soñar es algo que no puedo evitar.

Acá otros títulos de ciencia ficción que hicieron exaltar mi alguna vez fértil imaginación:
La fábrica de absoluto (Carel Capek)
R.U.R. (Carel Capek)
La legión del tiempo (Jack Williamson)
Mercaderes del espacio (C.M. Kornbluth y Frederik Pohl)
La muerte de la tierra (J.H. Rosny)
El fin de la eternidad (Isaac Asimov)
Hacedor de estrellas (Olaf Stapledon)
Galaxias como granos de arena (Brian W. Aldiss)
Más que humano (Theodore Sturgeon)
Ataque desde la cuarta dimensión (Murray Leinster)
La última ciudadela de la tierra (Henry Kuttner y Catherine L. Moore)
Las mónadas urbanas (Clifford D. Simak)
Estación de tránsito (Clifford D. Simak)
Las ciudades de Ardathia (Francis Flagg)
Slan (E.A. van Vogt)
Las armerías de Isher (E.A. van Vogt)


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